Minuciosa artesanía, dosis de manifestación artística dependiendo siempre de la habilidad y fantasía del mismo encordador.
Como máxima, “el artesano que empieza una silla, es el mismo que la termina, si no no sale igual”, se decía antiguamente.
La maña y la destreza de estos artistas se refleja en sus manos escaldadas, creando obras de arte, tesoros con una humilde función.
En esta modesta funcionalidad, me inspiro. Mano a mano con un maestro panadero, Tomeu Arbona, uniendo dos elementos tan significativos de la cultura mallorquina “el pa amb les cadires mallorquines”.
Con el pan simulo el asiento de cuerda propio de estas sillas que nos evocan al pasado, a las cocinas de nuestras abuelas, antaño entre fogones, con el olor del fuego, a la luz del candil, sentados en taburetes, no había que decir nada más… simplemente permanecer ahí.

Mención de honor Ipa Photo Awards 2019 Los Angeles.