Manifiesto

Manifiesto

La participación de la pintura, ya sea como un medio visual o conceptual, que se ocupa de la fotografía, sigue siendo muy popular entre los fotógrafos. La fotografía temprana estuvo históricamente en una relación cercana y personal con la pintura y los fotógrafos tardaron casi un siglo en tomar su propio camino. Sin embargo, aún hoy la pintura sigue afectando a los fotógrafos de muchas maneras, y algunas obras realizadas dentro de este marco estético son muy interesantes.

Esta serie parece pertenecer a esos trabajos donde la fotografía y la pintura tienen una relación entrelazada sin pelearse como sucede en la mayoría de obras de este tipo. 

“En realidad, he encontrado una forma intrigante de expresar mi admiración por la pintura de acción y, para ser sincero, mi estrategia hace que el espectador piense en lugar de solo mirar”

La pintura de acción por naturaleza implica movimiento rápido y azar. Las salpicaduras espontáneas de pintura sobre el lienzo en blanco subrayan la importancia de la suerte y la coincidencia que definirán o no el resultado. El pintor de acción es más bien un medio para que el caos tome forma.

La forma estructural de presentación pone el caos del color en una nueva condición donde el orden y el caos coexisten. Además, las propias formas de los objetos que sostienen las pinturas de color subrayan una interpretación que podría verse como la fuente de contenido de la obra: la vida misma. Caos y orden, no son necesariamente cosas distintas sino las dos condiciones o estados de una misma cosa. Lo que impide que la vida se derrumbe es la homeostasis de las dos fuerzas.

La misma homeostasis entre las dos fuerzas, color (caos) y forma (orden) se presenta aquí en las imágenes. El espectador puede reconocer los objetos retratados o los colores que revisten sus superficies, pero el sentido de la obra no está ni en uno ni en otro sino en su correlación. En otras palabras, mientras que la serie parece ser demasiado formalista en su elaboración, su operación supera la forma y la técnica al obtener una operación existencial.

The involvement of painting, whether as a visual or conceptual medium, that engages with photography remains highly popular among photographers. Early photography historically maintained a close and personal relationship with painting, and it took nearly a century for photographers to carve out their own distinct path. Even today, however, painting continues to influence photographers in many ways, with certain works created within this aesthetic framework proving to be particularly compelling.

This series seems to belong to those works where photography and painting intertwine without conflict, unlike in most works of this type.

“In fact, I’ve found an intriguing way to express my admiration for action painting, and, to be honest, my approach invites viewers to think rather than merely look.”

Action painting, by nature, involves swift movement and chance. The spontaneous splashes of paint on a blank canvas emphasize the role of luck and coincidence in shaping the outcome. The action painter is more of a conduit for chaos to take form.

The structured presentation of these works brings the chaos of color into a new state, where order and chaos coexist. Moreover, the shapes of the objects holding the colored paint emphasize an interpretation that could be seen as the work’s underlying message: life itself. Chaos and order are not necessarily distinct entities but rather two conditions or states of the same thing. What prevents life from unraveling is the homeostasis between these two forces.

This same homeostasis between color (chaos) and form (order) is presented in these images. The viewer may recognize the depicted objects or the colors coating their surfaces, but the meaning of the work lies neither in one nor the other, but in their correlation. In other words, while the series may appear overly formalistic in its execution, it transcends mere form and technique to achieve an existential expression.